Cuando la vida no es 2x1: ser soltera a los 35+

No puedo creer que hayan pasado cuatro años desde la última vez que publiqué algo de lo que escribo. ¡Cuatro años! A veces me pregunto a dónde se va el tiempo tan rápido.

Para mí, escribir es terapia, y hoy me atrevo a compartir esto con el mundo porqué se que hay muchas mujeres que se sentirán identificadas. Si a una sola le sirve, me daré por bien servida.

Lo sé: que difícil es estar soltera después de los 35, y más aún cuando te acercas a los 40.

La soltería a esta edad tiene ventajas evidentes, sí, pero también una carga emocional supremamente agobiante de la que pocas veces hablamos, incluso en nuestros círculos más íntimos.

A esta edad, las mujeres enfrentamos decisiones difíciles en una sociedad diseñada – o al menos imaginada - para la vida en familia. O por lo menos, para dos.

Empecemos por lo hijos. Si una mujer quiere tener hijos y está soletera, este es el momento en que surge la decisión de congelar los óvulos. Más allá del altísimo costo económico, conlleva una presión brutal: un proceso médico y emocional que puede ser abrumador de atravesar en soledad. Inyecciones, medicamentos, extracción… y la incertidumbre de no saber si algún día llegará la persona “ideal” para descongelarlos y concebir.

Por otro lado, si la decisión es no congelar, hay que vivir sabiendo que cada día que pasa las probabilidades para ser madre, van disminuyendo considerablemente; la carga del reloj biológico es real.

Y si decidimos no ser madres, también tenemos que cargar con el juicio. Con la crítica de las que sí lo son, con los comentarios sobre elegir nuestra vida profesional o nuestra independencia, con hombres machistas que creen que el único rol de la mujer es ser madre, y con preguntas incómodas del por qué, acompañadas de frases que invalidan nuestra decisión: "algún día te vas a arrepentir" o "seguro más adelante vas a cambiar de opinión". No ser madres es tan válido como serlo. Y no, no tenemos que justificarnos. 

Sigamos con el dinero. He escuchado muchas veces: “Tú puedes darte esos gustos porque no tienes hijos y estás soltera”. Vamos a dejar algo claro, ¡la vida de una persona sola es supremamente costosa!

Pagar arriendo o la cuota de un apartamento es mucho más llevadero entre dos; las promociones 2x1 están hechas para dos; comprar el auto familiar último modelo es mucho más fácil entre dos; y ni hablar de las habitaciones de hotel: casi siempre cuestan lo mismo para uno que para dos. Dos cabezas produciendo dinero obviamente pueden construir estabilidad económica mucho más fácil, pero ¿y los solteros?

Y la parte más difícil: la emocional. Cargamos con la inevitable sensación de no ser elegidas. Vamos a las bodas de nuestras amigas y, aunque genuinamente nos alegramos por ellas, siempre se siente el vacío, ese sueño que parece escaparse de las manos. Es imposible no preguntarse, así sea por instantes, si hay algo mal en nosotras y que esa es la razón por la que el amor parece tan esquivo. Tomar decisiones desde el amor propio y no desde el miedo es un reto inmenso en un mundo que bombardea con la idea de que el propósito es la familia. Por eso muchas mujeres se quedan en matrimonios infelices, con esposos maltratadores, relaciones donde prima la apariencia  y la falta de conexión; porque ajá, “es mejor tener marido”.

Y sí, cuando estás en la soltería a esta edad, hay dos caminos: o mantienes estándares altos – alineados con tu personalidad, tus valores y lo que has construido -  o los bajas para adaptarte a lo que hay disponible. Cualquiera de las dos es válida, pero me pregunto, ¿por qué tenemos que bajar los estándares? ¿Solo para no estar solas?

Los estándares para elegir pareja vienen de una mezcla compleja de biología, crianza, cultura y experiencia personal, y a mayor edad, mayores son. Vivimos una época donde pocos hombres tienen responsabilidad afectiva, comunicación asertiva o disponibilidad emocional. Las relaciones se descartan con un clic, es más fácil ghostear que encarar y hablar. No quiero generalizar, pero no conozco una sola mujer soltera que no esté de acuerdo con esto. Mientras que nosotras vamos a terapia, sanamos, crecemos, los hombres están en Tinder buscando sexo casual. Esa es la realidad. Entonces, ¿tenemos que sacrificar lo que somos y merecemos solo para no estar solteras?

Ojo, no me vayan a funar, no se trata de ser inflexibles, ni de vivir en una fantasía. Hay que ser realistas, sí. Pero ustedes me entienden. 

El tiempo pasa. Y aunque la fe siga intacta, hay días que pesan más. La vida entre dos puede ser más fácil: sentirse acompañada, apoyada, elegida, es una fuerza extra. El amor se encuentra también en los amigos que sostienen, en la familia que acompaña, en lo que amamos hacer… pero el amor de pareja es diferente y también es necesario.

Este post es para mí, y para todas mis amigas solteras. Para honrar esas conversaciones infinitas que hoy resumo aquí. Para recordarnos que no estamos solas. Que, llegue o no llegue esa pareja, lo estamos haciendo bien. Estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que sí está en nuestras manos; porque cupido, ya sabemos, no depende de nosotras.

Honremos el camino, elijámonos primero, y dejemos que la vida nos sorprenda.