Esa flaquita llamada muerte.
Por
favor antes de que empiece a leer este artículo, tenga en cuenta que acá se
respetan todas las religiones y opiniones, y que está redactado desde mis
creencias; así que si no tiene la mente abierta, mejor no lo lea.
Ya
en varias ocasiones les he dicho que solemos aplazar decisiones siempre
confiados en que habrá un “mañana” para poder hacerlo, pero que pasa cuando ese
mañana no llega? Hoy estamos acá, hoy estás leyendo este post, pero estás
seguro que mañana estarás? Probablemente no, afortunadamente no sabemos cuándo
será nuestro último día. En este juego llamado vida, lo único seguro que
tenemos es que nos vamos a morir.
En
ésta travesía por mi montaña, el aprendizaje más valioso ha sido aprender a
vivir en el presente. Cargar con el pasado sólo hace el camino más pesado y
vivir con la esperanza del futuro hace que te pierdas las maravillas del hoy.
La
muerte es esa flaquita que nos iguala a todos, cuando el cuerpo muere no
importa cuántas casas, carros o cosas tienes, eso al final de los días no tiene
ningún valor. Lo único que valdrá ese día serán las experiencias que viviste,
los viajes que hiciste, las parrandas que bailaste y lo más importante, la
huella como ser humano que dejaste. Yo creo
(repito esto es desde mis creencias) que este cuerpo material que nos ha sido
prestado para hacer este recorrido por la tierra bajo esta forma de seres
humanos, es sólo un instrumento que tenemos que cuidar para hacer de él el
hogar en el que alma vive todos los días, pero cuando morimos ese cuerpo se
convertirá en cenizas (en mi caso) o se lo comerán los gusanos, pero el alma
habrá aprendido la lección por la cual escogió estar en esta tierra y habrá
trasmutado. Se llevará sólo lo “bailado”.
En
mi caso, no entiendo porque las personas van a los funerales a hablar de lo
buena que fue la persona en vida, envían flores de pésame, lloran
incansablemente por alguien que a duras penas conocieron, llaman a todos los
contactos conocidos para informar de la noticia tan trágica, entre otras cosas;
si el cuerpo ya murió, si esa persona ya no puede oler las flores, ya no puede
escuchar las serenatas, ya no está para ver a todos los que conoció en su
recorrido por su montaña, por qué lo hacen? Les tengo la respuesta, eso se
llama remordimiento de conciencia.
Si
señores, pasamos la vida evitando hablar de los sentimientos o mostrarlos por
miedo a salir heridos, evitamos enviar flores por ahorrar dinero, no damos
serenatas muchas veces por el que dirán, no dedicamos canciones por miedo a ser
tildados de cursis, no llamamos porque ahora la moda son los mensajes de texto,
en fin; y cuando esa persona que si nos importaba ya no está, entonces tratamos
de resarcir lo que no alcanzamos a hacer. Les tengo una noticia, ya será
demasiado tarde!!!
Aunque
somos seres individuales, nacemos y morimos solos, dependemos de la interacción
con los demás, con la naturaleza y con la vida en general; así que porque no
tratar de hacer el recorrido de los demás tan agradable como el nuestro.
Yo
he dicho en varias ocasiones, pero aprovecho para que estas letras sean tenidas
en cuenta por si mañana no despierto, que el día que muera no quiero velorio ni
visitas a mi cuerpo, ni flores, ni serenatas, ni nada de todo lo que la
sociedad hace. He pedido que mi cuerpo sea cremado y mis cenizas sean
entregadas a las montañas de Santander que
me vieron nacer y que reflejan la fuerza de mi interior. Segura de mi
alma habrá aprendido y crecido, descansaré en paz y feliz sabiendo que no me
quedo nada pendiente. Yo no sé ustedes, pero yo si estaría tranquila no sólo
por si muero mañana, sino también en caso de que las personas que quiero ya no están
mañana, porque he dicho y he hecho lo más que he podido por cada una de ellas,
no me quedarán remordimientos para compensar con flores o serenatas.
Hoy
es el único regalo de Dios que tenemos seguro, aprovechemos para decir,
regalar, alegrar, cantar, llamar, simplemente aprovechémoslo para vivir.
Muy buen post, en mi caso he escapado de esa flaquita no una ni dos, sino tres veces, es por eso que valoro la vida, el día a día. Es por eso que entiendo que la felicidad no esta en el tener sino en el "ser", que debemos vivir un día a la vez. Un abrazo y adelante con tu blog
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