Paz-ciencia (La ciencia de tener paz)


Alcanzar la paz es una ciencia, tal vez la más complicada de todas.

Nos mandaron a este mundo sin un pinche manual, sin un mapa, sin una brújula, sin una guia, sin nada, absolutamente nada!!! ¿Cuán injusto es eso?

Tenemos que buscar la tan anhelada paz interior, por nuestros propios medios, sin ninguna ayuda adicional que nosotros mismos y nuestra intuición.

Muchos tendrán diferentes significados de lo que es la paz. Personalmente, la paz para mi es estar en concordancia con lo que se piensa, se dice, se hace, se siente y además, se sueña. ¿Pero cómo estar en paz cuando hay tantas variables que no podemos controlar? En un mundo lleno de diferencias, de problemas y de desaciertos, ¿cómo encontrar la armonía con nosotros mismos?. Pues creo que he encontrado la respuesta.

Primero, hay que equivocarse muchas veces, hay que comer mucho popito para entender la lección. Vinimos a que la vida nos ponga a prueba todos los días. Nadie tiene una vida color de rosa. Siempre hay situaciones que nos llevan a nuestros límites, a probar nuestras fuerzas; tal vez a unos se les presentan las pruebas en forma de dinero, otras en forma de salud, otras en el amor, pero todos tenemos nuestros puntos débiles que nos hacen caer, y que peor aún, nos harán caer hasta que aprendamos la lección. Lo más difícil de esta parte, es que debemos admitir que con estos errores, muchas veces hacemos daño a las personas que queremos y que parte del proceso de aprender es “perderlas” (nadie puede perder a alguien porque no le pertenecemos a nadie, pero es una palabra para hacerme entender).

Ahora bien, hay que aprender a vivir con el pasado, y además, perdonarlo. No escogemos quienes somos, pero si escogemos quienes vamos a ser. Nuestro pasado nos marca. La forma en la que crecimos, los ejemplos que tuvimos, los karmas que traemos pegados en los genes, y además los errores que hemos cometido a raíz de todo eso; nos convierten en las personas que no queremos ser. Una vez hacemos conciencia de que no podemos cambiar el pasado, simplemente porque ya pasó, y que lo único que podemos hacer es trabajar en el presente, hay que perdonar, perdonarse a sí mismo, a las circunstancias, a los padres y a la sociedad. Perdonar no es fácil. Crecimos en un mundo donde prima la venganza, la rabia y el resentimiento; pero sólo a través del perdón se puede liberar y sólo así todo eso deja de pesar.

Adicionalmente se necesita mucho amor propio como parte de la ecuación. Sólo el amor propio nos hace levantarnos todos los días a pesar de las circunstancias, subir la cabeza a pesar de las caídas. Entender que no somos perfectos y amarnos con nuestros errores y aciertos, hace magia. Cuando estás a las 3 de la mañana llorando, desconsolado porque nada tiene sentido, porque no hay nada más lejano que la tan añorada paz, cuando el corazón queda hecho pedazos, cuando el cuerpo enferma porque el alma no está tranquila, cuando estás deseando que todo termine; ¿Quién va a estar ahí para ti? Tú. Tienes que levantarte y encontrar la fuerza para seguir adelante. Al final del día, tú eres todo lo que tienes.

Hay que sumarle además, mucho agradecimiemto. Hay que agradecer siempre, porque todo es perfecto tal cual es y tal cual ha sido. Cuando vemos alrededor siempre habrá algo por lo cual agredecer, el sólo hecho de despertar ya es suficiente para decir gracias. Hay que mirar el baúl de los recuerdos y la caja de las experiencias, es allí dónde se esconde el agradecimiento cuando no lo podemos encontrar. 

Finalmente, hay que confiar y hay que tener paciencia. La paciencia es la manifestación de la fe en nuestros corazones, que nos hace creer y entender que todo va a ser mejor. Hay que descansar todas las noches sabiendo que la vida tiene el plan perfecto, y eso sólo se logra con mucha, pero mucha mucha paciencia. Aprender a confiar en que llegará un punto en el que todo tendrá sentido y que todas la piezas encajarán, es la esperanza de que todos esos errores, de que todas esas caídas y cicatrices, de que todas las lágrimas, dolores y sufrimientos habrán valido la pena, de que el esfuerzo habrá dado sus frutos, de que la felicidad llegará acompañada de la realización de los sueños.

Quienes me conocen saben que tal vez sea yo la persona menos indicada para hablar de paz-ciencia en este momento, pero les puedo confesar que éste simplemente es el plan de acción. Y cómo me conozco, sin ninguna duda puedo decirles que la ecuación va a funcionar, y que habré vencido esta ciencia tan difícil, como ya lo he hecho con otras.

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