Optimismo trágico - Ver la esperanza en la cara de la desesperación

“Lo único permanente es el cambio” dijo el filósofo Heráclito. Estamos en una vida llena de cambios, algunos para los cuales tal vez estamos preparados y otros para los cuales definitivamente no.

La felicidad es un estado en el cual todos los aspectos de la vida se suponen deberían estar en una balanza, pero con tantos cambios, tantos subes y bajas, mantener el equilibrio se convierte en una verdadera pesadilla.

Cuando llegan las situaciones inesperadas, esas que te ponen la vida patas arriba y que te hacen querer mandar todo a la mierda y tal vez un poquito más allá, cuando el  importaculismo ya no funciona como medicina, no queda más que aprender a vivir, como dijo Viktor Frankl, con el optimismo trágico.

Se trata de que a pesar de las “tragedias”, cual quiera que sea la situación, siempre existirá la posibilidad de hacerlo mejor, de volver a empezar, de reinventarse y de sacar el mejor partido, de ser optimistas.

Se necesita determinación y además mucha fe para confiar y entender que cada nuevo día es la posibilidad de liberarse de las cargas del pasado, de hacer nuevos amigos, de conocer un nuevo amor, de empezar un nuevo negocio o encontrar un nuevo empleo, de ser una nueva persona. Todos quisiéramos tener una máquina del tiempo para en ocasiones volver atrás y eliminar esa situación donde metimos la pata o cambiar eso que en el presente nos atormenta, pero como aún no existe, no queda más que aceptar el hecho de los cambios pasan y emplear nuestra libertad para decir qué hacer a continuación.

Si nos fijamos en las limitaciones de un cambio específico vamos a sucumbir inevitablemente en la preocupación, la amargura, la depresión y el desespero. Pero si en su lugar tomamos la decisión, aunque sea dolorosa, de ver la esperanza en la cara de la desesperación, podremos continuar desde una nueva perspectiva y darle tiempo al tiempo para que ponga todo en su lugar.

Siempre fallaremos si nos centramos en esperar estabilidad. La vida es tan firme como la gelatina. Sería además muy aburrido vivir en la cotidianidad y en la monotonía, así que es mejor darle la bienvenida a todo lo que nos saca de la zona de confort y nos confronta con nosotros mismos y con los demás. De los dolores más grandes surgen los mejores cambios.

La vida se trata a veces de saltar a lo desconocido, de fluir, de soltar y hasta de hacerse mierda pero con estilo, con el estilo de cada uno, pero sin perder de foco el optimismo y la esperanza de que nada sucede por casualidad y que todo tiene un plan secreto aunque no lo entendamos, aunque tengamos que convivir con la frustración de que no salió como queríamos, aunque en nuestra mente no tenga sentido, todo pasa por algo, y lo que no pasa también.


La peor experiencia siempre será la mejor maestra. 

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