La botella de champaña
Hoy hace un mes, mi mamá ingresó a una clínica por lo que parecía ser una infección estomacal, sin saber, que nos encontraríamos con una situación que puso de cabeza nuestras vidas.
Desde el ingreso
a la clínica y hasta hoy, mi madre ha tenido que pasar por múltiples exámenes,
5 cirugías, muchos medicamentos, procedimientos y todo lo que conlleva un
periodo tan prolongado de hospitalización. Además, la situación de salud que
atraviesa el mundo en general, hace que sea mucho más complejo estar tanto
tiempo hospitalizado.
Hace unos meses,
una persona que en su momento era muy especial para mí, me regaló una botella
de champaña, pero por el valor de la misma y lo que significaba, decidí
guardarla.
La verdad es que
guardé esa botella esperando una ocasión especial, el momento indicado, la
compañía adecuada, la felicidad soñada y la oportunidad perfecta. Guardé esa
botella esperando que los recuerdos que la acompañaban sanaran y dejaran de
pesar en mi corazón.
Hoy, destapo esa
botella de champaña y les escribo ¡SALUD!
No sé cuántas
pandemias, enfermedades y pruebas nos harán entender que no hay mejor ocasión
que estar vivo hoy, no hay mejor momento que el ahora y no hay mejor razón para
celebrar, que agradecer por un día más.
Hoy no tengo
compañía, no tengo motivos externos para celebrar, mi mamá sigue en la clínica,
no me siento feliz, por el contrario; llevo muchos días sin dormir, sufro de
ansiedad, lloro casi todas las noches y no veo aún la luz al final del túnel.
Pero si hay algo que la pandemia y en general la vida me ha enseñado, es que
siempre (siempre) hay motivos para agradecer, para confiar, para creer, para
luchar, para sonreír.
En medio de mi
día a día, que ahora transcurren entre 4 paredes de una habitación de una
clínica, puedo ver y agradecer que tengo trabajo, tengo amigos que me abrazan
virtualmente todos los días, tengo familia que me acompaña en la distancia,
tengo salud para poder cuidar de mi mamá; agradezco que mi mamá sigue viva y lo
más importante, que me tengo a mi misma.
Aunque llevo más
de 12 años trabajando con el sector salud, poder vivir y ver cada día como la
vida se desvanece en las habitaciones conjuntas, como se cierran para siempre
los ojos de otros padres, hermanos, hijos, amigos; ver la impotencia de los
médicos y enfermeras ante la escasez de recursos, falta de camas para la
cantidad de pacientes, falta de manos para ayudar; ver la tristeza de los
familiares que lloran en la puerta de urgencias o de la clínica porque ni
siquiera los dejan entrar a dar un último adiós; definitivamente me hace
valorar aún más el privilegio que es tener salud.
Y es que al
final la vida también es todo lo que dejamos ir, lo que dejamos de decir y lo
que dejamos de hacer. Damos la vida por sentada, y a veces no hay mañana, no hay segundas
oportunidades, no hay vuelta atrás.
Así que, si son
como yo, y estaban esperando el momento especial, la señal divina o la
oportunidad perfecta; les digo que el momento es HOY. Levántense, hagan esa
llamada, envíen ese mensaje, pidan esa disculpa, hagan ese viaje, den ese beso,
abran ese negocio, digan te amo y tómense la puta champaña!
Pd: mucha luz y
amor para todas las personas que en este momento pasan una situación delicada
de salud. A todos los que me leen, les agradezco sus buenas energías por la
pronta recuperación de mi mamá.
Pronta mejoría para tu mamá yaya. Explicíto el sentido de la vida. Salud!
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